Seguimos el camino que discurre paralelo al Linares, descendemos acompañados por el sonido del agua, atrás dejamos el término de Peñazcurna para llegar a Villarijo. 

Nos adentramos en el pueblo, caminamos entre casas en ruinas, hasta llegar a la fuente nueva, frente a la puerta de la iglesia de San Lorenzo. Desolación se siente viendo su interior y el avanzado estado de deterioro. A espaldas queda la plaza dedicada al maestro don Ezequiel Solana Ramírez, nacido en este pueblo el 10 de abril de mil ochocientos sesenta y tres, y nombrado el 23 de noviembre de 1923, por unanimidad del ayuntamiento, hijo adoptivo. En ella se encuentra la torre del reloj donada al pueblo que le vio nacer, por don Ezequiel. La torre aún se mantiene en pie, pero creo que no por mucho tiempo. El reloj y el campanillo, cuando el pueblo se despobló desaparecieron. Estamos cerca del albergue de la ilusión, en fase de construcción por la “Asociación de Amigos e Hijos de Villarijo”. Es la Asociación quien colocó en 2019 una placa homenaje en la base de la torre. La empleada para rotularla en 1923, fruto del acuerdo antes nombrado: “colocar una lápida en la casa donde nació y rotular la plaza principal de dicho pueblo con su nombre”, fue pasto del desprecio y las balas de desaprensivos insensibles.

D. EZEQUIEL SOLAN RAMIREZ.
D. EZEQUIEL SOLANA REMIREZ.

Una mesa con dos muelas superpuestas nos espera. Es el testigo de un pasado que no debemos olvidar. La superior blanca, empleada para moler trigo en el molino, bajo ella otra más pequeña, gruesa y oscura, era la utilizada para obtener aceite de oliva en el trujal. 

En la parte baja del pueblo, al final de la primera calle a mano derecha nominada Real Bajera, encontramos el majestuoso molino harinero. 


Molino de Villarijo:

En inicios fue molino harinero de una muela. Así respondían en noviembre de mil setecientos cincuenta y uno, con motivo de la elaboración del Catastro del Marqués de la Ensenada: “En el término de este lugar hay un molino harinero que tiene y muele con una sola muela de represa que pertenece de sus partes, dos a los beneficiados de la iglesia parroquial de San Martín de la villa de San Pedro, otras dos al capellán de la misa de Alba fundada en dicha iglesia, una parte a Josep López vecino de la expresada villa y la otra parte a la casa Santa de Jerusalén y que está arrendado en dos fanegas de trigo común al año, que al molinero regulan quedarle de beneficio al año quinientos noventa y cuatro reales”. 


Grabado en yeso, sobre una puerta de acceso, aparece una inscripción: “SE REEDIFICÓ AÑO 1886”, debajo un reloj de sol y sobre ella la protección de: “SEGUROS AURORA BILBAO”, alcanzando a partir de ese momento todo su esplendor.

                             

Poseía entonces el molino dos pares de muelas, en la de arriba se molturaba el trigo para hacer pan, mientras que la de abajo molía cebada y centeno para los animales.

El Nomenclátor histórico, geográfico, estadístico y descriptivo de la provincia de Soria de Manuel Blasco Jiménez escrito en 1909 nos dice sobre él: "El terreno, bañado por el rio Linares que da impulso a un molino de harinas cuyo salto de agua mide 20 metros, según nos informa D. Florentino Martínez, y otro de aceitunas propio del municipio".


Con posterioridad adaptándose a las necesidades demandadas en el siglo XX se reconvirtió para producir también electricidad. Era molino harinero y pequeña central eléctrica. Por un sistema de poleas y correas se iba cambiando la fuerza del eje de la piedra de moler, al generador y a los otros elementos que poseía. La molienda se realizaba por el día y era al llegar la oscuridad cuando a través de una dinamo producía electricidad, para algunas bombillas del alumbrado público y las casas, pero iluminaba solamente durante unas horas. 

El agua, ese bien tan preciado, era desviada del Linares y conducida por una acequia hasta la balsa. Esta agua se empleada tanto para el riego de pequeñas huertas como para mover su molino harinero. Esta circunstancia limitaba su uso, priorizándose en el verano el riego de los huertos. 


Clarea el día y en la sala de molienda esperan las talegas. Florencio el molinero, como anteriormente lo habían hecho Roberto o Gaspar, comienza a depositar el grano en la tolva, esa pirámide de madera invertida con un orificio en su parte inferior, para que el grano pueda caer. Levantó un poco la muela volandera girando la rueda, esta vez la harina tenía que ser más gruesa.

Ha abierto la “tajadera”, se escucha el sonido grave del agua al caer por el saetín. El agua golpea con presión al rodezno, rueda metálica con paletas colocada horizontalmente, empezando a funcionar el sistema de molturación. 

El grano comienza a caer lentamente desde la tolva, penetra por el agujero que posee en el centro la piedra superior o volandera, llegando al espacio existente entre las dos muelas, para ser molido. Simultáneamente, el rodezno gira con fuerza y hace que el “árbol”, eje metálico que le une con piedra volandera, mueva a esta última y gire sobre otra que está fija, la solera. El grano es triturado por las muescas de diferente profundidad que poseen y sale al exterior por un pequeño orificio que tiene el guardapolvo, que las recubre. 

Acabada la molienda y el agua cerrada. En la cernedora Florencio separa la harina del salvado, como también separa la maquila, el pago en especie por su trabajo de moler. 

Había comenzado la decadencia del pueblo, las muelas dejaron de moverse. Se terminó la molienda y con posteridad también dejó de producir electricidad. Llegó la expropiación forzosa. Hombres curtidos por el sol, boinas nuevas caladas y camisas blancas abrochadas, estampaban su firma. Un mayor acompañado de su dignidad, lentamente caminaba, el cuerpo encorvado y las manos sarmentosas, en silencio contemplaba el final. Las últimas ovejas y corderos se vendieron. Llegaron los pinos a estos campos hoy de soledades.


En la actualidad en el edificio se ve actividad, hay un arduo trabajo por delante para poder recuperarlo.

Molino harinero de la familia de D. Ezequiel Solana, con dos edificios anexos a distinta altura, donde se encuentran los dos cárcavos subterráneos, con sus rodeznos capaces de poner en marcha la molienda para obtener harina así como la "mini-central eléctrica”. Cárcavos ahora desmoronándosen y rodeznos corroídos.



La acequia por donde llegaba el agua, su cubo especial, su impresionante salto de agua, testigos del pasado. Entre los escombros o desaparecidas, las piedras molares, tolvas, guardapolvos, cabrias, cernedora, limpia y otros accesorios. 

Los olivos desafiando el paso del tiempo, unas parras trepan hacia el cielo y el rosal florecido. Flores tal vez, para depositar en la tierra sagrada donde descansan los suyos.


Seguimos la senda que nos conduce al término de Vea. Caminamos entre pinos de repoblación, una quimera perfectamente planificada. La despoblación, el abandono de una serie de pueblos y con ello un ahorro económico en la prestación de servicios.

Por decreto se acordó la utilidad pública y necesidad y urgencia de la ocupación de los términos municipales a efectos de su repoblación forestal. Eran los años sesenta del siglo pasado. Un objetivo irreal poner en producción las tierras paupérrimas y evitar el éxodo de la totalidad de su población, al mismo tiempo que se dotaría de otros medios de subsistencia. El resultado obtenido, pueblos deshabitados, un cementerio de cruces diseminadas ya sin nombres, en las despobladas Tierras Altas sorianas.

Muchos años tardaron en crecer, hoy camiones cargados, circulan por las pistas y pasan de largo, tierras olvidadas de su economía forestal. La industria maderera, beneficios del aprovechamiento del monte, serrerías, etc., no tienen cabida en la marginalidad de estas tierras. 



 Molinos en Vea:

En el Nomenclátor histórico, geográfico, estadístico y descriptivo de la provincia de Soria del año 1909, Manuel Blasco Jiménez dice: "Riega el terreno y mueve dos molinos el río Linares que ofrece un buen salto de agua". Molinos harineros, uno propio del concejo y vecinos y el otro de propiedad particular, que ya aparecen nombrados a mediados del siglo XVIII cuando se realizó el catastro del Marqués de la Ensenada.

Desde el camino vemos un conjunto de edificaciones que impresionan al caminante sensible, al otro lado del río los huertos donde todavía florece algún frutal, en la humilde primavera soriana. Lo que fui, el molino de La Media Legua y lo que soy, abandono y ruinas. 


1º.- Molino de la Media Legua.

Estamos a media hora de Vea algo menos de tres kilómetros de distancia, nos encontramos a media legua de pueblo.

Descendemos por el antiguo camino como hacían personas y caballerías, principalmente los lunes de mercado en la villa. Era la senda más corta entre Vea y San Pedro Manrique, al evitar “La Revuelta”, en los viajes de ida y vuelta. Tras cruzar el puente de madera, que una crecida se llevó y cuyos pilares quedan de vestigio, se continuaba por la margen derecha del río. Camino abandonado al diseñar la ruta del río Linares “PR-SO 107” y que la naturaleza ya se ha encargado de recuperar.

Hoy contemplamos esqueletos de edificios en equilibrio. El molino-vivienda con su palomar, la central eléctrica en un nivel inferior, pajares, cuadras, gallinero y corrales para los animales, un precioso horno de pan, …



Inicialmente existía un molino harinero, hoy hasta las letras rojas con su nombre de la puerta de acceso, el tiempo ha borrado. En la soledad del lugar escucharás el sonido del Linares y podrás imaginar otros sonidos. El del agua cayendo desde la balsa por el impresionante salto excavado en la roca, la maquinaria en funcionamiento o el impacto del agua sobre el rodezno y después saliendo por el cárcavo dirección al río.                                



Con posterioridad se construyó otro edificio, era la fábrica de luz. Generaba y suministraba electricidad al molino y a la villa de San Pedro Manrique, a través de postes de madera y cables de tendido eléctrico, con sus aisladores verdes.

En 1911 ya van bastantes avanzados los trabajos de la <Sociedad eléctrica de la media legua> que muy en breve quiere dar luz a sus abonados, pues la casa del Sr. Bandrés de Tolosa, tiene gran deseo de hacer una gran instalación eléctrica. En febrero de 1912 se presentó en el Gobierno civil de Soria por D. Antonio Delso, una instancia y proyecto de instalación eléctrica para alumbrado y usos industriales en la villa de San Pedro Manrique, cuya corriente se derivará de la Central establecida en Vea.

La luz comenzó a alumbrar, pero la muerte llegó a la central, como ahora herida de muerte está "La Media Legua". 

Era un 25 de enero de 1915, en vista de que parte de la localidad de San Pedro Manrique no había tenido luz, ordenado por Rafael Munilla que estaba encargado de la buena marcha, salió Ubaldo del Rincón a las nueve horas recorriendo la línea eléctrica, examinando si había algún poste o cable caído como consecuencia de los temporales, llegando al molino sin notar ninguna novedad.

El titular Marcos las Heras Marqués y Genaro su hijo de doce años, empezaron a hacer observaciones en el cuadro de distribución. Marcos "Examinó los fusibles, cerro la puerta del cuadro, y entonces mismo dio el agua, volvió otra vez al cuadro a quitar la luz de San Pedro, para que se quedase sola la del molino y hecha la mano a una rueda del cuadro, la de quitar la luz y observó que su padre se quedaba allí quieto; el de San Pedro quiso echarle mano y el que habla le dijo que lo dejase quieto para inmediatamente parara el agua y al volver la cabeza su padre cayó al suelo y no respiraba”.

Marcos las Heras Marqués, hijo legítimo de Francisco las Heras y de Vicenta Marqués, natural de Fuentebella, de cincuenta y cinco años de edad, casado con Casimira León Jiménez de cuyo matrimonio tuvo seis hijos, de profesión molinero, falleció en la central eléctrica a las once de la mañana del día veinticinco de enero de mil novecientos quince, a consecuencia de una electrocución o descarga eléctrica.

En la familia continuó el molino, su hija María las Heras León junto a apellidos nuevos, primero Garrido y luego Hernández, hacían la molienda, después desde San Pedro bajaban, para a finales de la década de los cuarenta dejar de funcionar, con anterioridad la central ya no producía electricidad. 



Seguimos el camino que nos conducirá hasta el pueblo de Vea. Llegamos a la vez que el Linares, cuyas aguas daban vida a habitantes, animales, huertos y molino.

Una afirmación oficial, cuando desde la Administración se forzó la repoblación forestal, fue: "los medios de comunicación de que dispone con el resto de la provincia son muy deficientes". Un reconocimiento y un olvido continuado en actuaciones, el acceso a Vea en la actualidad sigue siendo igual que en el siglo pasado, exclusivamente por camino de herradura.

Un anhelo de los que de allí partieron, una pista forestal para facilitar la llegada. Una lucha infructuosa que hace muchos años se inició, una injusticia que las Administraciones nunca han deseado solucionar. “Fondo de Mejoras de Interés Forestal Regional”, "Que la necesidad de priorizar las inversiones hace que estas se estén dirigiendo al acondicionamiento, mejora y reparación de las vías principales en la comarca", "una complejidad importante, dada su localización, no es una prioridad para la gestión forestal del monte".

Me dejaron aislada tras proyectos que nunca fueron realidad, tampoco quisieron abrir una vía de comunicación con mi hermana La Rioja. Son incapaces de revertir sobre mí, parte de lo que con la madera y la caza produzco. ¿Qué intereses ocultos o no tan ocultos les mueven?.

Tras pasar el puente de madera de nueva construcción, curiosamente realizado por los nuevos moradores, se encuentra el molino municipal. 


2º.- Molino municipal titulado "El puente".

En el suplemento del Boletín oficial de la provincia de Soria de 22 de agosto de 1860, por disposición del Sr. Gobernador civil y en virtud de la ley de 1 de mayo de 1855 y 11 de julio de 1856, se saca a subasta, de los bienes de corporaciones civiles, y propios Ayuntamiento de Bea, un molino harinero de un solo molar sito en el pueblo de Bea y paraje que llaman las huertas de Arriba. Se adjudicó a Calixto Cuesta vecino del pueblo de Palacio de San Pedro. Revertiendo tras el correspondiente pago, nuevamente al ayuntamiento de Bea a través de Juan Pérez y Román Jiménez. 

El edificio de dos alturas era vivienda y molino. Desde el Concejo se procede a arrendar, maquila o dinero por la molienda, sustento del molinero y su familia. Ayuntamiento constitucional de Bea, previo permiso del Sr. Gobernador civil de esta provincia, tendrá lugar la subasta del arrendamiento del molino harinero de los propios del pueblo, por tiempo de cuatro años,…. Previa autorización de la Excma. Diputación Provincial, el Ayuntamiento ha acordado sacar a subasta el arrendamiento del molino harinero de sus propios, dando principio,...

Contratos que finalizan y nuevos arrendatarios. Apellidos: "Jiménez" o "León"; apodos: “Sastrón” o ”Ringau”; nombres y apellidos: Félix Jiménez Blanco y Teófila las Heras León, Domingo León Jiménez, Aurelio León las Heras o Dionisio Hernández y Felisa Hernández que fueron molineros desde 1959 hasta septiembre de 1962. Y comenzó el éxodo de los habitantes hasta su total despoblación, herido quedó el molino hasta que murió.

La muerte antes llegó al molino. Mujer ahogada. Comunica la Guardia civil de San Pedro Manrique que ha sido encontrada ahogada en el cubo del Molino titulado <El Puente> término municipal de Vea la vecina Julia M. P. de 38 años, casada. (Noticiero de Soria 11 de octubre de 1926).

Finalizando la década de los 20 se realizaron las mejoras necesarias para que además de moler, pudiera producir electricidad. Abastecía únicamente al pueblo de Vea, generaba luz solamente unas pocas horas al día, cuando comenzaba el anochecer y se interrumpía la molienda. En los contratos de arrendamiento se incluye una cláusula nueva, la obligación de dar luz eléctrica al pueblo y arreglar los reparos ordinarios.


Hoy en ruina total, tanto el edificio como los elementos necesarios para la molienda. Allí entre los escombros vemos las piedras molares (francesas) solera y volandera móvil, su tolva, el guardapolvos o la cabria. El cárcavo subterráneo donde se encontraban sus mecanismos hidráulicos como el rodezno hundiéndose. Cernedora, limpia y otros accesorios desaparecidos.



Continuaremos la ruta, descenderemos junto al Linares hasta llegar al pueblo de Villarijo. 


Admiremos ese patrimonio hidráulico que está desapareciendo para siempre, respetémoslo y luchemos por su conservación, es una obligación generacional que tenemos para legarlo a las futuras generaciones.


Atrás hemos dejado el molino y huertas del tío Sastre, continuemos por la senda que discurre paralela al Linares.


3º.- Molino de la "Santos".

Cerca de la villa, a la derecha del camino y a la izquierda del cauce del Linares, encontramos el molino y los huertos de la "Santos". Es llamado también el de los hermanos o "Los Huérfanos", por ser su titular Cristóbal Calvo, y los hermanos: Teógenes (dueño del molino de El Collado), Vitoriano y Felisa huérfanos de padre y madre.   

Conocido con este nombre por ser el de la última molinera, María Santos Rodrigo. Era la esposa de Cristóbal Calvo Izquierdo el que anteriormente allí hacía la molienda, a los que se acercaban al molino y de los granos que con su recua recogía en los pueblos. 

Era marzo de 1958, la “exclusiva” regresaba de Soria con destino a Calahorra. En el puerto de Oncala, nieve, hielo y una avería del motor; el autocar con viajeros sufre un accidente y vuelca. Cristóbal Calvo, era uno de sus ocupantes, molinero de profesión que a San Pedro Manrique regresaba. Allí, cerca de la Caseta del Puerto, encontró la muerte. Nieve blanca, negra nieve.

Un mes antes, en febrero, en una página del periódico Pueblo, una foto y a pie un texto: En Oncala solo hay dos mozos y un par de viejos. Y Cristóbal Calvo, el molinero, que, a lomos de “Moro” y “Alegre”, reparte las sacas de harina. 

A mediados de la década de los setenta, una venta y Pablo Espuelas del Rincón es su nuevo propietario. Hoy edificio conservado y huertas trabajadas esperando sus frutos. Esfuerzo e ilusión y alrededor de la mesa, con muela francesa reutilizada, el ciclo de la vida continua. 


4º.- Molino del tío "Sastre de Abajo"

Molino y huerta se encuentran a unos pocos metros del anterior, es el segundo molino de los Sastre. Nombrado también como del Perul, nombre del paraje y de uno de los despoblados de San Pedro Manrique.

Una cartelera hoy casi indescifrable, pintada a finales del XIX en mayúsculas y con falta de ortografía, nos habla de su propietario: “MOLINO DE LUCIO CALVO HE HIJOS”. 

A su huerta la muerte un día llamó, interés con anterioridad expresado y sobre el negro familiar de la vida, el deseo se cumplió. De Calahorra son sus actuales propietarios, apellidos nuevos mantienen este edificio centenario. 


5º.- Molino del "tío Juan". 

El Linares hace una curva de ballesta y continúa dirección a la mar. Nosotros también avanzamos, seguimos el camino y en la margen izquierda del río vemos un nuevo molino. Descendemos por una senda hasta llegar a la balsa hoy vacía, en cuya pared vemos una inscripción "AÑO 1945". Es conocido como molino del tío Juan (Juan Garrido Pastor).


Una compra, una familia con un objetivo, su rehabilitación. Molino, edificios anexos y huertas, mucho esfuerzo durante un tiempo. Hoy una obra inacabada, en espera de una posible venta

Es sin duda uno de los molinos con más posibilidades de actuación, aún se está a tiempo para que no desaparezca el rico patrimonio hidráulico. 


Si se adquiriera para utilidad pública aunque sólo fuera un molino. Si se empleasen recursos municipales o mancomunales para su rehabilitación. Si se cofinanciara un proyecto como un Programa Mixto de Formación y Empleo. Si se limpiara el exterior, acequia , balsa y huertos. Si se actuara en el edificio y sus instalaciones. Si se pusiera en funcionamiento de forma ocasional. Si se hiciera un centro de interpretación de los molinos harineros del Linares. Se recuperaría patrimonio etnográfico con un gran valor simbólico y ya tendríamos un atractivo más para el desarrollo de la zona.

Titulares de prensa, bonitas palabras largo tiempo escuchadas. Sinergia, revitalizar, dinamizar, fondos contra la despoblación, poner en valor el patrimonio histórico y cultural, turismo generador de empleo y actividad económica, … Por desgracia, sólo palabras que se lleva el viento.


6º.- Molino del "tío Paco".

Continuamos la ruta de los pueblos abandonados, desde el camino vemos un nuevo molino en la margen derecha del río, es el molino del tío Paco. 

Construido bajo una gran peña que le da cobijo estuvo en funcionamiento hasta finales de los cincuenta, es conocido también como el Molino de la Peña. 

Dejamos el camino y por un sendero descendemos hacia el río, cruzamos un moderno puente de cemento y avanzamos unos metros hasta llegar a una pared de piedra. Accedemos a un pequeño corral empedrado donde se encuentra la puerta para entrar al interior del molino. Un cartel en la madera, un ruego y un deseo en mayúsculas: "PROPIEDAD PRIVADA. POR FAVOR NO ENTRAR. NO HAY NADA DE VALOR. GRACIAS". 

Conservado por Javier y Consuelo con esfuerzo, tesón y amor; pese a desaprensivos insensibles, amantes de lo ajeno. 

Construcción de tres alturas, fue vivienda para la familia y lugar donde se realizaba la molienda. Vemos otros edificios menores anexos a él, necesarios para la vida diaria, y que en la actualidad se encuentran en ruinas. 

Es en mi opinión el otro molino del Linares que tiene más posibilidades de actuación. Salud le deseo para continuar erguido bajo la roca y que pueda seguir escuchando el sonido del agua al pasar.


7º.- Molino del "tío Mateo",

Seguimos el camino entre rocas, impresionante paisaje, horizonte despejado y chopos en la rivera del desfiladero”. Abandonamos nuestro camino y tomamos el que nos conduciría a Ácrijos y Cornago, antiguamente transitado por personas y caballerías en viajes de ida y vuelta. Ruinas de la fábrica de batanar y paños, impulsada por las aguas del río Linares, de Cenón Alfaro. Cruzamos el viejo puente de piedra sobre el Linares. Huertas a ambos lados del camino, ya vemos la balsa y el molino del señor Mateo. Estamos en el paraje llamado “Puente de Cornago”, a dos kilómetros y medio del pueblo de San Pedro Manrique. 

Al río ya no llega la sangre, no se tiñen de rojo sus aguas. La flora acuática y fauna se van recuperando, tal vez vuelvan peces y cangrejos, ahora alguna nutria y castores invasores. Cuidemos, respetemos, no demos la espalda a nuestro río. 


En julio de 1880 don Norberto Garrido Rodríguez, vecino de San Pedro Manrique, presenta instancia con los proyectos necesarios solicitando poder construir el molino. Llega septiembre de ese mismo año, el Gobernador interino, Aurelio Cabeza, acuerda conceder la autorización solicitada, para utilizar aguas del río Linares como fuerza motriz, de un molino harinero que intenta construir en terreno de su propiedad. Grabado en una piedra de la puerta de acceso aparece una fecha: “AÑO 1881”, es el año de su construcción.

El último en moler en este molino fue Mateo Garrido, apellido de molineros que continúan con el oficio en el pueblo de San Pedro Manrique. 

Ilusión en el comienzo del siglo XXI, juventud y un compromiso con el patrimonio. Ana, Víctor y Juan, una compra y un objetivo: su reconstrucción. Tiempo, largo tiempo de esfuerzo; arena, tejas, maderas, tablas, etc., acarreadas por la senda de herradura, pero sin duda buenos tiempos. Juan Catalina continuó como dueño único, él y los suyos más esfuerzo, más ilusión en el tiempo y una restauración casi completada. Una experiencia personal enriquecedora, reconstrucción material que ayuda a construir la propia vida.  

El año 2010 llegó y Jean Paul H. “el belga” compró el molino, allí continúa con su vida y su arca de Noé. Un hombre de mundo, en la soledad y la belleza del enclave, mantenimiento, recuperación e ilusión. 


8º.- Molino "La Central".

Avanzamos por la senda, que entre pinos de repoblación, nos conduce hasta el término de Vea. A mano izquierda nos encontramos con un edificio hoy en ruinas, fue construido por Rafael Aragón Vigas y es conocido como el “Molino de la Central”En sus inicios molino harinero, pero a partir del año 1911 también pequeña central eléctrica.

En el año 1.883 don Rafael Aragón y Vigas, vecino de San Pedro Manrique, presenta en el Gobierno civil de Soria una instancia solicitando autorización para construir un molino harinero en dicho término al sitio denominado los Carrascales. Utilizando al efecto como fuerza motriz las aguas ordinarias del rio Linares y las que se puedan aprovechar del barranco de San Fructuoso, en época de sequía. 

Con el molino construido, en septiembre y octubre de 1888, se publican anuncios arrendando dicho molino. "El que quiera tomar en arriendo de un molino harinero en el rio Linares, término jurisdiccional de San Pedro Manrique, puede pasar a tratar con su dueño Rafael Aragón, vecino de dicha villa".   

Una nueva necesidad, el alumbrado público, nace en la primera década del siglo XX. Así, el diez de agosto de 1904 tendrá lugar en la sala Consistorial de la villa de san Pedro Manrique la subasta para el suministro de alumbrado eléctrico, consistente en dos focos de 20 bujías y cinco de cinco que estarán encendidas durante todas las horas de la noche en todo tiempo. El tipo de subasta son 650 pesetas anuales y el servicio será adjudicado al licitador que en igualdad de condiciones dé el precio menor. La subasta se realizará bajo pliego cerrado.

Ante esta necesidad, alumbrado público y luego de hogares, dos de los molinos existentes realizan las obras necesarias para compatibilizar la molienda y la producción de energía ecléctica, son el Molino de la Central y el de la Media Legua, en el término de Vea. 

En el mismo edificio del molino del Sr. Aragón, en un nivel inferior se realizan obras de acondicionamiento y se instala la maquinaria necesaria, para que con la misma agua, que mueve el harinero, se pueda generar energía eléctrica. Una turbina hidráulica alimenta, mediante ruedas y correas de cuero, un generador para producirla y mediante cables de cobre, a través del tendido aéreo la transportaba a San Pedro Manrique. Es el 5 de julio de 1911 cuando se inauguró el alumbrado público eléctrico de la villa, que la casa Forns y hermanos de Zaragoza, instaló por cuenta del propietario y farmacéutico D. Leandro Aragón Luis

          

En ese momento van bastantes avanzados los trabajos de la "Sociedad eléctrica de la media legua" que muy en breve quiere dar luz a sus abonados, pues la casa del Sr. Banrdes de Tolosa tiene deseo de hacer una gran instalación eléctrica. De este Molino de la "Media Legua" hablaremos en la próxima entrada de este blog.

En 1933 se publica un anuncio en el periódico el Avisador numantino. Central Eléctrica. Se vende la única existente en San Pedro Manrique, con buen salto de agua, turbina y alternador “Siemens” en buen estado, y motor “Ruston” 27 H. P. nuevo. Para tratar y ver dirigirse a Julián San Miguel Barrero, en dicha villa. Así mismo en Junio de 1934 se aprueba por el Gobernador civil el expediente incoado por D. Julián San Miguel Barranco, como administrador de la Electra Sampedrana domiciliada en San Pedro Manrique, solicitando la aprobación de tarifas que viene aplicando a sus abonados de fluido eléctrico en la población de San Pedro Manrique de esta provincia.

El molino harinero y la central eléctrica arruinados y el aprovechamiento de aguas extinguido. “Por acuerdo del Comisario de Aguas de la Confederación Hidrográfica del Ebro de fecha 11 de diciembre de 2009, se ha iniciado de oficio expediente de extinción del derecho, por interrupción permanente de la explotación durante más de tres años continuados, del aprovechamiento de aguas otorgado por Real Orden de 22 de marzo de 1912, a favor de Leandro Aragón derivadas del río Linares, en el término municipal de San Pedro Manrique (Soria) con destino a fuerza motriz, inscrito con el N.º 26792 del libro de Aprovechamientos, …" (B.O.P. Soria 28 de mayo de 2010).


Quiero terminar la entrada con un homenaje, son unos nombres en el recuerdo, la relación de saltos de agua radicantes en San Pedro Manrique en el año 1939.

Hs. Gabino Hernández. Linares y barranco de San Frutos. Salto 10 metros.

Juan Garrido Pastor. Salto: 6 metros.

Matías Izquierdo. Salto: 3 metros.

Julián San Miguel Barrero. Salto: 10 metros.

Francisco Marín Jiménez. Salto: 3,90 metros.

Faustino Aragón Bachiller. Salto: 10 metros.

Luis Sáenz. Salto: 3,50 metros.

Narciso Calvo. Salto: 3 metros.

Mateo Garrido. Salto: 4 metros.


En una próxima entrada hablaré de los molinos en ruinas existentes en los términos de Vea y Villarijo.