Fotos en blanco y negro. Un día en Tierras Altas sorianas.

"Cuando recordar no pueda/¿Dónde mi recuerdo irá?/Una cosa es el recuerdo/y otra cosa el recordar". A. Machado.


Hace ya mucho tiempo conocí a una persona especial, “no quiero que me hagan fotos”, me dijo. Un deseo al menos por mí respetado, en las diversas ocasiones en las que la he visitado. Por decisión personal continúa viviendo en un pueblo soriano, siendo la chimenea de su casa, la única que eleva al cielo el humo del hogar.

Posiblemente, ésta sea la causa de que apenas tenga fotos de las personas con las que en estos años he conversado. No he plasmado en imágenes esos rostros, esos ojos, de hombres y mujeres, con los que he platicado.

No me había dado cuenta de ello hasta hace poco tiempo, fue a raíz de que Carlos y Eli llegaran con su proyecto: “Retrato Nómada” a Señuela, un pequeño pueblo soriano en Tierra de Almazán.

Fue durante un fin de semana, con el campo teñido de verde, cuando plasmaron en imágenes, en blanco y negro, los retratos voluntarios de personas que viven o están relacionadas con el pueblo. El resultado, un archivo fotográfico, un legado que con el paso del tiempo adquirirá aún más valor.

En este enlace podréis conocer más sobre sus experiencias e ilusionante proyecto: https://retratonomada.com/

Un pueblo, una crónica visual, las fotos de la comunidad y unas historias. Entre estas historias, yo soy el protagonista de una de ellas.

Cándido.

De entrada, lo primero que te dice es que es de Tierras Altas. Lo dice con sentido orgullo. Es un gran conocedor de su tierra, en el nordeste de la provincia de Soria, así como de Señuela, de la que conoce mil y una historias. Es el “culpable confeso” de que exista www.señuela.com, una web donde se recogen textos sobre el pueblo, la historia, el patrimonio, etc. Y con ese afán de escribir y compartir conocimiento sobre pueblos sorianos, tiene el blog Otra Soria, también muy recomendable.

Cándido es el perfecto embajador de un pueblo tan especial. Es hombre de muchas y sabias palabras. Conoce sobre el pasado rural como pocos hemos encontrado en el camino y lo explica todo con gusto y detalle, a quien le pregunta.

Con la Asociación, formada por hijos, amigos y vecinas y vecinos, han recuperado las fiestas patronales y restaurado la fragua y el horno comunal, que disfrutan con su puesta en marcha una vez al año. Nos enseñó también el viejo lavadero, donde hace unos años les robaron, con nocturnidad y alevosía, dos pilas de piedra enormes.

Señuela ha sido un lugar diferente a lo que estamos acostumbrados a encontrar. Lo notamos en el recibimiento en cuanto bajamos de la Bitxa, en la plaza-frontón del pueblo. Durante la semana, soledad en sus calles, bajo la sombra alargada de la iglesia de Santo Domingo de Silos. Y es que, la comunidad disfruta, revive y el pueblo se recupera de viernes a domingo, vacaciones y festivos de todo el año.

Aunque duerma a veces sola, Señuela es un pueblo con alma, y es que sus gentes la desbordan de cuidados y atenciones mientras disfrutan de ella.

Una afirmación: fue una experiencia gratificante, son buena gente, y nació una amistad duradera.


Fruto de esa amistad fue un deseo compartido, ir un día a conocer algo de las Tierras Altas sorianas. Ellos ya habían trabajado en los pueblos sorianos de Tejerizas, Señuela y Fuentestún, pendiente tenían la villa de Yanguas, precisamente en las Tierras Altas.

Preparar la ruta no es fácil, las posibilidades que existen son muchas. La decisión por la que opté es mostrarles personas y pueblos, eligiendo tres, que por una u otra causa son especiales para mí. Navabellida, Valdenegrillos y Castillejo de San Pedro. Los hermanos Pérez (José Mari, Basilio y Ricardo), Romana y Fernando. 

Navabellida, pueblo con encanto, arquitectura serrana y calles empedradas piedra a piedra. Los dos barrios, el riachuelo, la iglesia de Santa Bárbara, las ruinas y la decadencia. Las merinas trashumantes y los merineros. Y la charla pausada, compartiendo un café y una torta.




Valdenegrillos, pueblo singular, piedras caídas, hiedra y otras piedras en difícil equilibrio. Símbolo de la resistencia y el respeto a una decisión de vida. Una larga conversación, un presente y un paseo, y un rememorar recuerdos del pasado.

 

Castillejo de San Pedro, un pueblo especial, paisaje y arquitectura serrana de lajas. El resurgir, el amor desinteresado de un amigo por él, la iglesia románica la Natividad de Nuestra Señora da fe de ello. Amena tertulia compartiendo una cerveza, sentados y sin prisa.



Fue otra experiencia gratificante, con la sierra agostada, un día en compañía de amigos y con quien comparto la vida. 

Quizás sean ellos los que reflejen con unas pocas palabras la experiencia, por mi parte la satisfacción de ver que pocas, muy pocas, fueron las fotos que se realizaron.

"Nuestro acercamiento a la Tierras Altas de Soria fue un regalo de los que no te esperas. Anfitriones con vehículo rápido, nos mostraron con la mayor de las calmas, diferentes rincones de sus Tierras Altas. Nos solemos repetir cuando decimos que, no hay nada mejor que visitar un lugar con un local, y si tienes la suerte de que quien te muestra lo hace con cariño, sensibilidad y respeto… puedes sentirte entonces, muy dichoso. Y así nos sentimos. Gracias, amigos".



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