Te pido perdón por profanar tu casa, pero la curiosidad me pudo. La puerta de la calle estaba abierta, y una energía me llevó a la planta superior. Entre las ruinas, ascendí por la escalera en equilibrio. Otra puerta abierta, la de tu morada. A la entrada la silla de ruedas, tal vez el paso de los años, la vida misma allí te llevó. Te postró junto a los recuerdos.
El silencio. En la pared chorretones marrones descendientes, barro mezclado con agua. La cama de hierro, con el jergón y el colchón de lana, apolillado. Cascotes sobre la mesilla de noche, donde en el pasado descansó el vaso de agua y quizás la radio de la compañía. Cuadros caídos, imágenes de tu fe. Las puntas no aguantaron el paso del tiempo. Todo pasa,si todo pasa.
Luces y sombras. El claroscuro de una vida. Vuelve el silencio.
Allí como una premonición, después de la única foto que hice, la batería del móvil se agotó. Allí en silencio, me puse a imaginar.
Y ahora viendo la foto, en silencio, sigo imaginando.
Genial el relato
ResponderEliminarMe alegro mucho que te guste. Un saludo.
ResponderEliminarCuanto se puede transmitir con pocas palabras, las justas.
ResponderEliminarMe alegro que tu también hayas imaginado.
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