Hay recuerdos de la infancia que perduran a lo largo de
nuestras vidas y con los años, aunque quizás idealizados, se vuelven más
nítidos. También hay recuerdos recientes que, quizá por salirse de lo normal,
perduran en el tiempo.
Recuerdos de un otoño con membrillos maduros, en La Cuesta. Hojas
amarillentas en los chopos de la rivera, sobre un fondo verde de pinos. Sonidos
de batería que traspasaban el balcón abierto, baquetas en manos jóvenes. Amena
charla con pareja en el corral de la casa abierta, en La Cuesta. Recuerdo
visual de desagradables grafitis en la iglesia de Aldealcardo. Lluvia negra,
negra lluvia sobre Aldealcardo. Agua sulfurosa en su despoblado Ontálvaro.
Seco otoño el de este
año, compañera y amigo, y dos años han pasado. Las hojas de los chopos son juguetes del viento.
Juguetes. Ojos luminosos y ojos serenos, reconocibles para alguien que haya
sido padre. Claridad y futuro con ilusión en la Cuesta, y en Aldealcardo lluvia
negra y flores en la tierra sagrada, tras otro maldito grafiti.
Os mostraré algo de lo que vi en la Cuesta. La Aldea y Ontálvaro serán el tema de otra entrada.
La Cuesta, antiguamente de Yanguas, está situada entre San Pedro Manrique de la que
dista ocho kilómetros y Yanguas. Pertenece administrativamente al Ayuntamiento de
Villar del Río. Se han rehabilitado y se están rehabilitándo algunas casas, las
calles pavimentadas (es una pena no haberlas empedrado) y hay abierta una casa rural: “El pajar del
Buho”.
Es un pueblo con encanto, un pueblo que
merece la pena visitarlo. Su rico patrimonio, así como el paisaje que lo rodea, te sorprenderá.
Al llegar a La Cuesta, lo primero que os llamará la atención
es una arquería, las columnas blancas y los ladrillos rojos en los arcos. Y os
preguntaréis: ¿Quién ha construido esto en la Sierra? Al estar despoblado,
durante años fue utilizado para el desarrollo del programa Hombre, para
rehabilitación de toxicómanos. (Egueiro-La Cuesta). Se adivina de qué comunidad
era el director del proyecto.
Si eres observador y admiras el valor de los pequeños
detalles leerás, sobre las piedras de la pared sus mensajes. Sentencias o
frases escritas por distintas manos, para una reflexión serena.
En el pueblo podrás admirar dos casas blasonadas. Las armas de
“los Ríos” en las fachadas, fajas en ondas y tres lises mal ordenadas, importantes
ganaderos trashumantes en el pasado.
Una se encuentra rehabilitada y la otra es un gran palacio construido en el
siglo XVII.
El palacio es un auténtico tesoro tanto el exterior como su interior, ya que conserva su distribución original. Su portal empedrado, sus
dependencias, la madera y la piedra sabiamente empleadas, sus balaustres, las caballerizas
con sus pesebres, sus bellas escaleras de acceso al piso superior, su galería interior
de madera, su escudo de armas pintado en
la pared y difuminado por el paso del tiempo, …
Mención especial merece su iglesia. (Tema de la siguiente entrada). Nuestra Señora de los
Valles, o actualmente Parroquia de la Asunción. Desconozco si está
desacralizada, lo que si sé es que cuando la contemplas y la admiras se te cae el alma a los
pies.
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