Se acaba la trashumancia y con ello desaparece una cultura
pastoril milenaria. Desaparece un patrimonio tanto material como inmaterial,
una gastronomía propia, herramientas y utensilios, vocabulario y topónimos,
folclore y artesanía, etc.
Esta entrada pretende ser un reconocimiento a esos pastores anónimos.
Artesanos que empleando los materiales de su entorno, cuerno, piel o madera,
realizan y decoran objetos para el uso
diario. En ocasiones son verdaderas obras
maestras, regalos en el recuerdo para sus seres queridos. Cajitas o joyeros que
a punta de navaja, en la invernada lentamente van tomando forma, para acabar en manos
femeninas cuando la sierra reverdece.
Es de destacar la diversidad de objetos realizados. Con piel
de cabrío o res lanar fabrican zurrones, carteras, zahones, pellejos,…..
El trabajo del cuerno
o asta merece una atención especial. La colodra, cuerna o vaso usado para beber
agua o leche.
Colodras más grandes para llevar sal, o aceite para curar la
roña del ganado. Tapadas en la base con corcho de alcornoque. Colodras lisas o
decoradas con motivos variados. Motivos
figurados y/o con inscripciones.
Pasada la paridera, época de mayor trabajo de los pastores.
Corderos muertos y partos múltiples. Ahijador experimentado. Conocedor de
ovejas y crías, aguda vista para emparejar. Placenta del muerto untada o piel
sobrepuesta y atada en el vivo. Paciencia y constancia. Olor y sabor materno
reconocido, cordero adoptado. Balidos, sonidos para emparentar crías y madres.
Manchas blancas en la parda sierra, cabezas escondidas en
las horas de más sol. Ovejas agrupadas a la sombra de árboles dispersos. Sesteo
en lugares frescos.
A la sombra de algún árbol y recostado sobre su cayado está el pastor. En una mano la colodra fijamente sujeta y en la otra la navaja, esa amiga imprescindible, navaja de múltiples usos. A su lado los careas y mastines, ojos cerrados y lengua fuera. El tiempo y la actividad parecen detenerse. En su momento la fatalidad o la vida misma habían acabado con la vida de bovino. Hábilmente con la cornicorta había seccionado el cuerno.
A la sombra de algún árbol y recostado sobre su cayado está el pastor. En una mano la colodra fijamente sujeta y en la otra la navaja, esa amiga imprescindible, navaja de múltiples usos. A su lado los careas y mastines, ojos cerrados y lengua fuera. El tiempo y la actividad parecen detenerse. En su momento la fatalidad o la vida misma habían acabado con la vida de bovino. Hábilmente con la cornicorta había seccionado el cuerno.
Colodra
especial como especial fue la vaca a la que perteneció. Vaca con nombre y
colodra decorada. “Iniciales en mayúscula” que son nombres y apellidos. Un
“Viva mi amo” de agradecimiento. Una “Cruz y un cáliz” protector. La silueta
del “Santo” de su profesión y de esa “Virgen” patrona del pueblo que le vio
nacer. “Arboles” difuminados, quizás acebos, quizás robles o quizás encinas. Artista
y artesano ajeno a corrientes o movimientos. Imitación, observación del medio y creatividad.
El tiempo. Cucharas y otros utensilios diversos ya realizados. El tiempo. Cuerna para llevar fresca la piedra de afilar el dalle, sudor en la siega de la hierba, alfalfa o esparceta. El tiempo.
Qué bonito, Candi,
ResponderEliminarEnhorabuena
Muchísimas gracias. Espero y deseo que lo disfrutes presencialmente.
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